Crítica de la sociedad contemporánea.
El filósofo surcoreano Byung-Chul-Han hace una crítica de esta sociedad en la que vivimos hoy. Nos habla de “la transparencia” que se exige a
todo en esta sociedad. Porque la “mercantilización” es un proceso inherente al
capitalismo que convierte el conjunto de la vida social en mercancía, y como tal, en
espectáculo. “La existencia de cualquier
cosa depende de que sea previamente “expuesta”, de “su valor de exposición” en el mercado. Así ocurre, piensa Han, con
la exigencia de transparencia en la política: “La transparencia que se exige hoy en día de los políticos es cualquier
cosa menos una demanda política. La transparencia se pide sólo para los
procesos de decisión que interesan al
consumidor. El imperativo de transparencia sirve para descubrir a los
políticos, para desenmascararlos o para escandalizar. Pero no es la demanda de
un ciudadano comprometido, sino de un espectador pasivo. La participación se
realiza en forma de reclamaciones y quejas. De este modo, la sociedad de la transparencia,
poblada de espectadores y consumidores, es la base de una democracia del
espectador”.
Acerca de la libertad, nos habla
del medio digital donde los usuarios se comunican intensamente y se desnudan por propia voluntad. La sociedad
del control digital es la dominación: cuando hacemos ”clic” en el botón de “me
gusta” nos sometemos a un entramado de dominación…Facebook es la iglesia, la
Sinagoga global (la congregación) de lo digital.
Y se ha diluido también la “verdad”, porque en la
sociedad de la transparencia lo que importa es la apariencia: “Hoy el ser ya no tiene importancia alguna.
Lo único que da valor al ser es el aparecer, el exhibirse. Ser ya no es
importante si no eres capaz de exhibir lo que eres o lo que tienes. Ahí está el
ejemplo de Facebook, para capturar la atención, para que se te reconozca un
valor tienes que exhibirte, colocarte en un escaparate”. Pero, “La acumulación de la información no es capaz
de generar la verdad. Cuanta más
información nos llega, más intrincado nos parece el mundo”.
Nos preguntamos si la tecnología
podrá cambiar la vida de nuestros hijos o nietos que ya sólo utilizan estos
medios como instrumento: ¿el medio será el mensaje”? o se acabará dominándolo?. Malos tiempos para la lírica.
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