lunes, 14 de enero de 2019

DON ENRIQUE TIERNO GALVÁN


El día 16 de Enero de 1986 murió Don ENRIQUE TIERNO GALVÁN, Alcalde que fue de la Ciudad de Madrid. Con una vida muy activa (“le he dado un buen tute a la vida”), ha representado la oposición al franquismo desde la Universidad, (desde sus comienzos en la Universidad de Murcia) y que fue expulsado junto a Aranguren y al catedrático ácrata Agustín Garcia Calvo, en 1965, tras la movilización de los alumnos de la Universidad contra el régimen franquista. Su actividad política se orientó hacia la unión de todos los partidos socialistas del interior, la formación del PSI, que se transformó en el PSP, Fue Alcalde muy querido de Madrid durante cinco años, hasta su muerte. Porque murió con el cetro de Alcalde.

Recuerdo mi viaje a Madrid para asistir al entierro del Alcalde de “la movida madrileña”. Impresionados por su temprana muerte (todavía no había cumplido los 70 años, aunque desde su juventud en la Universidad se le llamara “el viejo profesor”), el día 20 por la noche cogimos el tren a Madrid, dispuestas a ofrecer nuestro homenajea al que tanto había hecho por los ideales democráticos de nuestra juventud. Llegamos a la mañana siguiente a un Madrid abarrotado de seguidores del viejo profesor. La gran multitud (más de quinientas mil personas) llenaba las calles madrileñas. Desde la plaza de la Villa a la calle de Alcalá, próxima a la Puerta del Sol, hasta Cibeles estuvimos de pie y parados durante mucho tiempo, esperando que pasara el cortejo fúnebre, que fue organizado como un gran acto de despedida por la directora de cine Pilar Miró, que entonces creo que formaba parte del gobierno socialista. Era impresionante: una carroza barroca, tirada por seis caballos, acompañada por más de veinte coches cargados de flores. La emoción se vivía entre la gente, madrileños, políticos de todo color, antiguos miembros de agrupaciones del PSP, con banderas del partido….El político nacido del pueblo y admirado por el pueblo tuvo la mejor despedida que se conozca.

La originalidad de Tierno se transmitía en sus célebres BANDOS, donde hacía gala del dominio del lenguaje, de todo lenguaje, pues no en vano fue traductor del "TRACTATUS" del filósofo alemán Wittgenstein . Por ejemplo, en este Bando hace una defensa de la IGUALDAD DE LA MUJER, ya en aquellos tiempos.... 




EL ALCALDE PRESIDENTE del Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid

Madrileños :

Aun contradiciendo al filósofo, en el segundo libro de las "Éticas", hay que perder la vieja idea de que sea la mujer varón menguado. Puede ser contradicha sin ambages ni rebozos, esta opinión con la larga experiencia que enseña que vale la mujer tanto como el hombre vale en cuanto atañe a las facultades de la inteligencia. Es también capacísima en los ejercicios que requieren esfuerzo y destreza física, a lo que hay que añadir vivaz, imaginativa y natural aversión a la melancolía que hácela alegre y siempre dispuesta a cuanto requiere festivo humor.

Por cuya razón el Alcalde cree que es en extremo conveniente dejar en desuso y sin fuerza alguna los antiguos preceptos que juzgaban contrario al femenil recato que fuesen las mujeres con el rostro cubierto y el cuerpo aderezado con el disimulo de extrañas y a veces risibles ropas, pues son tales las vecinas de Madrid, en cuanto a despiertas y avisadas, que mucho tiene que temer y si el caso llega padecer el varón que, ayudado por la maliciosa ignorancia, crea que con ocasión del disfraz halas de torcer la voluntad contrariando su firmeza y casto trato.

Pueden, pues, los madrileños, hombres y mujeres, de cualesquiera edad, divertir la voluntad según su natural inclinación durante los ya cercanos Carnavales, gozando de cuantos regocijos el Concejo desta Coronada Villa, con generosidad, aunque sin derroche, ofrece.

Habrá, además, aquellas novedades que el ingenio de cada cual provea, pues son de antiguo los vecinos de esta Corte gente pródiga en curiosos solaces e imprevistas invenciones en tiempos de Carnestolendas, en los que cualquier travesura es propia, como fingir fantasmas, pasear estafermos, menear tarascas, mover máquinas de cuantioso ruido y aparato, además de deformarse el bulto del cuerpo y rostro con fingidas jorobas, narices postizas, manos de mentira, grandes dientes falsos y otras ocurrencias de mucha risa y común contentamiento, que se acompañan de cantos, bailes, retozos y singulares cortejos en que se hermanan el arte más fino con el mejor donaire y más sutil y popular ingenio.

Pero advierte también, con amargura, el Alcalde de esta antigua y noble Villa, que con harta frecuencia acaece que en los festejos públicos que con ocasión del Carnaval se ofrecen, no faltan quienes con más osadía que vergüenza, se dan a roces, tientos, tocamientos y sobos a los que suelen ayudar con visajes, muecas, meneos y aspavientos que van más allá de lo que es lícito y tolerable, particularmente cuando con el desenfado propio del mucho atrevimiento hacen burla de meritísimos hombres públicos, contrahaciendo su imagen, a la que maltratan con vejigas y otros ridículos instrumentos, con daño grave para el respeto y decoro de quienes ostentan públicas dignidades. Encarecemos, por consiguiente, que se empleen estas y otras mañas y habilidades en más prudentes quehaceres y honestos gozos, que no dañen el crédito y reputación de Consejeros, Regidores, Algua
ciles, Privados, Ministros y otros cualesquiera de semejante lustre y pujos.
No es raro, por último, que en estas fiestas de Carnaval, no ya el pueblo llano, por lo común sufrido, sino currutacos, boquirrubios, lindos y pisaverdes, unidos a destrozonas, jayanes, bravos de germanía, propicios a la pelea y al destrozo, rompan sin razón bastante que, a juicio de esta Alcaldía, lo justifique, enseres de uso público que el Concejo cuida, como respaldares de bancos, papeleras, esportillas y cubos de la basura, ayudándose de los más insólitos instrumentos, cuya finalidad propia no es, mírese como se mire, la de quebrar y destrozar.

De la buena crianza del pueblo de Madrid se espera que sin dejar el esparcimiento adulto y el juvenil retozo, contribuya a cortar abusos tan censurables, obra de muy pocos, que desdora a muchos.

Téngase, pues, antes de que la Cuaresma llegue, días de fiesta, algazara y abierta diversión, sin excesos, según conviene a pueblo tan alegre, discreto y a la vez bullicioso como el de Madrid, de manera que su comportamiento no venga a dar la razón a quienes en tristes tiempos pasados suprimieron estas antiguas e inocentes fiestas.

Madrid, 9 de febrero de 1983.

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